domingo, 22 de marzo de 2015

Esquizofrenia, la puerta a otra realidad.


¿Seré el único participante de una realidad diferente? ¿Qué tan real es lo que percibo? Pocos hemos tenido razones para hacernos estas preguntas, vivimos el día a día estando seguros que todos los estímulos provenientes del mundo externo son iguales para todos, pensando que somos presos de una realidad invariable ante los sentidos de todos los que en ella participan, pero pocas veces nos damos cuenta de que la realidad es subjetiva. Normalmente cuando por nuestra mente pasa un pensamiento, escuchamos una voz que nos lo narra, algunas veces nuestra propia voz y otras veces alguna otra, pero si esto es tan común, ¿Qué hace que un esquizofrénico sea un esquizofrénico? Lo que limita la delgada línea entre locura y la cordura es la percepción de esta voz como un producto de nuestra propia mente, la cual es incapaz de producirse de manera independiente a nuestros deseos. Pero qué pasa cuando estas voces te empiezan a decir que asesines a alguien, que las personas de tu alrededor no te quieren o que te quieren hacer daño, que debes suicidarte para quedar en libertad del tormento que su propia mente orquesta. Existen varias formas clínicas de esquizofrenia; la de tipo catatónico, la paranoide, la hebefrénica, la residual y la indiferenciada.

La esquizofrenia de tipo catatónico se caracteriza por una marcada alteración psicomotora que puede manifestarse como mutismo, inmovilidad y alteraciones en el patrón de movimiento voluntario. Los enfermos suelen realizar movimientos sin un propósito aparente que no están influidos por estímulos externos, también pueden aparecer posturas rígidas e inapropiadas y junto con esto el paciente puede adoptar muecas, risas y facciones que poco a le van impidiendo al relacionarse con su mundo exterior. La esquizofrénica hebefrénica o desorganizada cursa con alteraciones comportamentales,  lenguaje alterado y emociones que no concuerdan con la situación que está viviendo el paciente, reaccionan de forma exagerada ante una noticia o circunstancia, pueden haber alucinaciones, pero a diferencia de la esquizofrenia paranoide, estas no se encuentran ordenadas en torno a un tema coherente, predominan síntomas negativos como apatía, anhedonia y pobreza de lenguaje. En cuanto la esquizofrenia residual puede aparecer en personas que han sufrido al menos un episodio de esquizofrenia en el pasado pero que actualmente no cursan con síntomas psicóticos relevantes, se caracteriza por deterioro a nivel cognitivo y alteración en las capacidades de autocuidado e interacción con las demás personas en la vida cotidiana.
En la esquizofrenia indiferenciada o mixta no predomina ningún síntoma concreto, como su nombre lo indica puede cursar con delirios y alucinaciones o con alteraciones comportamentales que generalmente no pueden ser encasillados en los tipos de esquizofrenia previamente mencionados.

Por último quise dejar a la esquizofrenia paranoide no porque sea la menos común o la menos relevante, muy por el contrario es la más frecuente y la que más despierta mi curiosidad. Estos pacientes tienen que lidiar con la idea de que en su mente hay una voz que les dice que todo está en su contra o que el mundo entero quiere hacerles daño. Usualmente escuchan voces que les dicen que hacer, presentan alucinaciones y delirios por lo que suelen perder la capacidad de discernir la realidad del delirio.






10:30 am: La voz en mi cabeza llamada Nero comienza a llamarme, como respuesta a las niñas que caminan lentamente en un grupo delante de mí en la acera, me dice que debería destripar una, ahogar a la segunda con los intestinos, y romperle el cuello a la tercera, mientras llora por ver a sus amigas morir. Hago hasta lo imposible por ignorarlo, pero la voz se hace más fuerte y más exigente, incluso después de que ya han pasado las chicas” 

Este es un ejemplo de la clase de situaciones que vive un esquizofrénico a diario. Sin un tratamiento farmacológico adecuado, estos pacientes se ven condenados a vivir solos en un mundo amenazante, aún más agreste por la realidad de su trastorno.  

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