martes, 31 de marzo de 2015

Trastorno Obsesivo Compulsivo

Es normal que al salir de vacaciones por unos días revisemos que las ventanas y la puertas queden bien cerradas, para quedar bien seguros podemos hacerlo 2 veces pero que pasa cuando después de revisar 2, 3 y hasta 4 veces no se sienta seguro de que todo está bien antes de partir, o que al regresar de la calle tenga que lavarse las manos 10 o 20 veces para sentirse limpio, todos contamos con ciertos rituales y somos algo obsesivos con ciertas cosas y hasta cierto punto pero, ¿Cuándo esta obsesión se vuelve patológica? Cuando interfiere con el desarrollo normal de nuestra vida cotidiana. No es considerado un patrón de comportamiento extraño tener que cepillarte los dientes 2 veces para salir tranquilo a la calle, pero en los pacientes obsesivo compulsivos 2 veces no bastarán, llega el punto en que no pueden salir de su hogar porque no lograron sentirse conformes con la higiene de su boca.
El trastorno obsesivo compulsivo es un trastorno de ansiedad que se manifiesta con el desarrollo de obsesiones, compulsiones o ambas las cuales causan una interferencia en la interacción social normal del paciente aislándolo progresivamente de la sociedad. La palabra obsesión proviene del latín obsidere que significa asediar, justamente estos pacientes se van a sentir asediados por una serie de compulsiones, que son conductas repetitivas, que se realizan de forma estereotipada y que tiene como función reducir la ansiedad que les produce su obsesión, la persona se torna dependiente de realizar estas acciones para calmarse o evitar un suceso temido. Estas acciones pueden ir desde rezar hasta contar cosas, bañarse varias veces en el día, etc.

Las obsesiones responden a pensamientos o imágenes mentales que son generalmente extrañas y absurdas que se introducen poco a poco en la mente del paciente causándole malestar, no son reducibles por lo que generan ansiedad, estos pensamientos frecuentemente se refieren agresión, maltrato sexual, castigos religiosos, enfermedades o contaminación. Los pacientes van a alejarse de sus seres queridos puesto que estos pensamientos obsesivos despiertan en ellos un miedo intenso de herir a quienes más quieren, por ejemplo, una persona obsesivo compulsiva puede empezar a imaginar cómo apuñala repetidamente a sus hijos así esto no sea lo que él o ella deseen, por obvias razones estos pensamientos van a ser percibidos como amenazantes y al intentar evitarlos van a generar un aumento de las intrusiones, iniciando así un ciclo vicioso. 


Tipos de obsesiones
• De contaminación (miedo a la suciedad o a contraer enfermedades)
• De agresión
• De temores corporales
• De simetría, orden
• De exactitud.
Los temores obsesivos caen dentro de dos tipos principales:
• Temor al daño (a sí mismo o a los demás)
• Sensación de intranquilidad (amenaza inminente inespecífica).
Tipo de compulsiones:
• Compulsión a la limpieza (lavado de las manos reiterados)
• De chequeo y control (llaves de gas, desenchufar plancha, apagar y encender luces varias veces, cerrar con llave la puerta en forma reiterada, leer el mismo párrafo varias veces, etc.

Criterios para el diagnóstico de
F42.8 Trastorno obsesivo-compulsivo (300.3)


A. Se cumple para las obsesiones y las compulsiones:
Las obsesiones se definen por:
1. Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan en algún momento del trastorno como intrusos e inapropiados, y causan ansiedad o malestar significativos
2. Los pensamientos, impulsos o imágenes no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real
3. la persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o bien intenta neutralizarlos mediante otros pensamientos o actos
4. la persona reconoce que estos pensamientos, impulsos o imágenes obsesivos son el producto de su mente (y no vienen impuestos como en la inserción del pensamiento)
Las compulsiones se definen por 1 y 2:

1. comportamientos (p. ej., lavado de manos, puesta en orden de objetos, comprobaciones) o actos mentales (p. ej., rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter repetitivo, que el individuo se ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión o con arreglo a ciertas reglas que debe seguir estrictamente
2. el objetivo de estos comportamientos u operaciones mentales es la prevención o reducción del malestar o la prevención de algún acontecimiento o situación negativos; sin embargo, estos comportamientos u operaciones mentales o bien no están conectados de forma realista con aquello que pretenden neutralizar o prevenir o bien resultan claramente excesivos
B. En algún momento del curso del trastorno la persona ha reconocido que estas obsesiones o compulsiones resultan excesivas o irracionales. Nota: Este punto no es aplicable en los niños.
C. Las obsesiones o compulsiones provocan un malestar clínico significativo, representan una pérdida de tiempo (suponen más de 1 hora al día) o interfieren marcadamente con la rutina diaria del individuo, sus relaciones laborales (o académicas) o su vida social.
D. Si hay otro trastorno, el contenido de las obsesiones o compulsiones no se limita a él (p. ej., preocupaciones por la comida en un trastorno alimentario, arranque de cabellos en la tricotilomanía, inquietud por la propia apariencia en el trastorno dismórfico corporal, preocupación por las drogas en un trastorno por consumo de sustancias, preocupación por estar padeciendo una grave enfermedad en la hipocondría, preocupación por las necesidades o fantasías sexuales en una parafilia o sentimientos repetitivos de culpabilidad en el trastorno depresivo mayor).
E. El trastorno no se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o de una enfermedad médica.

El trastorno obsesivo compulsivo de no ser tratado efectivamente conlleva a una vida llena de sufrimiento no solo para los pacientes sino también para quienes normalmente los rodean.


lunes, 30 de marzo de 2015

La Tragedia de Germanwings, perfil de un presunto asesino.


De pocos temas se habla más en estos días que de la tragedia de Germanwings, las noticias se han visto atestadas de la narración de los hechos y los avances en el peritaje que cada día se van haciendo, a modo de resumen y para los que aún no se enteran, el día martes 23 de marzo en horas de la mañana, el vuelo GWI9525 despegó de Barcelona con destino a Düsseldorf, un tramo que duraría aproximadamente 2 horas desde el origen al destino, cuando iban 40 minutos de viaje, el vuelo se perdió del radar, minutos más tarde se sabría que el avión habría colisionado en los Alpes Franceses de Provenza sin sobrevivientes al trágico accidente que cobró la vida de 150 personas, 144 pasajeros, 2 pilotos y 4 miembros de la tripulación




Al principio se plantearon múltiples hipótesis, se especuló la posibilidad de fallas técnicas, malas condiciones climáticas y hasta posibles intensiones terroristas, todo esto se fue descartando pero jamás se pensó la verdadera causa del siniestro. Cuando se recuperaron las cajas negras del avión se supo lo inimaginable, el copiloto de la aeronave había sido el responsable de la tragedia.al escuchar las grabaciones se supo que en un momento del vuelo, el piloto Patrick Sondenheimer había salido de la cabina para ir al baño, mientras salía de la cabina le dio la orden al copiloto Andreas Lubitz de que preparara el aterrizaje, el copiloto responde con frases cortas “ojalá”, “vamos a ver”, se oye el ruido de la puerta abrirse y cerrarse. Inmediatamente después el copiloto accionó el botón para hacer descender el avión, solo un par de minutos más tarde regresó el piloto, que se  percató del brusco descenso del avión, y le ordenó a Lubitz que abriera la puerta pero este jamás respondió. El avión sigue descendiendo en medio de los intentos desesperados pero inútiles de la tripulación por acceder a la cabina y finalmente se estrella en medio de las montañas de los alpes franceses.  



Apenas se conoció esta información se pensó que el copiloto habría sufrido un desmayo o un infarto agudo al miocardio pero esto también se descartó. Solo quedaba pensar en que algo psiquiátrico explicaría tan atroz comportamiento. Muchos investigadores han estado trabajando en el caso y se han encontrado antecedentes depresivos de Andreas Lubitz. Según testimonios de Juan Carlos Rojas, ex presidente de la asociación colombiana de psiquiatría “el perfil del piloto alemán era más que el de un depresivo, él sufría  de un trastorno de la personalidad psicopático o sociopático, y eso no se forma de un día para otro. Se trata de un narcisismo maligno en el cual no le basta con hacerle daño a su vida, sino a las 149 personas más que nada tenían que ver” explicó el especialista.
Una persona narcisista presenta en general una adaptación social no solo aceptable, sino incluso a veces brillante y exitosa, lo que nos lleva a pensar que Lubitz era considerado como una persona amigable y sociable por sus amigos y compañeros de trabajo, con esto logró no despertar sospechas sobre su previo diagnóstico de depresión y las difíciles condiciones por las que estaba pasando. Usualmente estas personas presentan distintas combinaciones de intensa ambición y fantasías grandiosas que ocultan una fuerte dependencia a la admiración y un sentimiento de inferioridad, junto con estos sentimientos de vacío e insatisfacción presentan deficiencias en la capacidad de entablar relaciones sentimentales y de preocuparse por el sentimiento de los demás. Pueden mostrarse serviles y aduladores pero siempre ocultando algún interés personal, quienes los rodean son simples fichas de ajedrez que el narcisista estará dispuesto a utilizar para obtener lo que sea que desee y que cuando dejen de ser útiles serán tratados con dureza y desprecio.
Con facilidad se sienten inquietos y aburridos cuando no consiguen nuevas fuentes de satisfacción. Pueden parecer dependientes de los demás a causa de su necesidad de ser admirados. Poseen una imagen altamente idealizada de ellos mismos y rechazan cualquier detalle que interfiera con esta imagen, tienden a devaluar las condiciones de los otros a fin de sentirse superiores.
Se trata de personalidades con una gran intolerancia a la espera, que exigen gratificación inmediata de sus necesidades, perciben de la sociedad una imagen omnipotente que es capaz de facilitarles todo lo que ellos desean, pero con un sentido nulo de aquello que los demás tienen derecho a esperar de ellos.



Lubitz tenía el sueño de trabajar en Lufthansa, empresa donde se entrenó, como comandante y piloto, pero como se descubrió recientemente este sueño sería casi imposible de lograr por los múltiples problemas de salud que el copiloto había presentado. Esta enorme frustración y sus antecedentes depresivos ahondan la sospecha sobre la intencionalidad de los hechos. Quizá todo sean especulaciones y jamás se sepa la sombría verdad que Lubitz decidió llevarse consigo y con 149 personas más al más allá.  



Fuente. 
  • http://www.psicoterapiarelacional.es/Portals/0/Documentacion/JCoderch/Coderch_2004_La%20personalidad%20Narcisista%20de%20nuestro%20tiempo.pdf
  • Diario El País, 29 de Marzo del 2015

sábado, 28 de marzo de 2015

Trastorno de personalidad disociativa


Mary Reynolds nació en Inglaterra pero posteriormente se trasladó a USA, era una joven introvertida, solitaria y melancólica que vivió una infancia sin muchos sobresaltos ni emociones y así parecía iba a ocurrir con el resto de su vida, hasta que un día, a sus 19 años y sin previo aviso perdió la audición y la visión, lo cual fue un misterio médico que no se logró resolver ni después de las 6 semanas que esto duró. Cuando Mary despertó de su ceguera no era la misma de antes, había dejado atrás su personalidad calmada y se había convertido en una persona totalmente diferente, alguien extrovertida, creativa, desbordante de vitalidad e imaginación.
En el momento en que regresó de su estado de invidencia carecía de memoria previa al incidente, parecía una niña, no recordaba a su familia y no sabía cómo escribir ni leer. Continuó siendo esa nueva persona hasta que 5 semanas después, luego de un periodo de 20 horas de sueño, volvió a ser la Mary de siempre pero sin el recuerdo de lo acaecido, su vida continuó con la alternancia de ambas personalidades precedidas de largos periodos de sueño, esto ocurrió durante 15 años. Después de casi 30 años y de convivir con ambas identidades, la personalidad secundaria de Mary se volvió la dominante y fue con estas características personológicas que ella continuó viviendo el resto de su vida.



El caso de Mary fue documentado en 1816 por Samuel Lotham Mitchell y es conocido como el primer caso seriamente discutido en la literatura médica de una patología poco frecuente pero increíble conocida como trastorno de personalidad disociativa (TPD) anteriormente conocida como trastorno de personalidad múltiple.
El TPD es un controvertido diagnóstico descrito en el DSM IV que consiste en la existencia de dos o más personalidades en un mismo individuo, llegando a describirse casos de más de 10 identidades en un mismo paciente, cada personalidad debe contar con sus propios rasgos característicos y debe percibir y reaccionar ante los estímulos del ambiente de forma diferente; muchas veces el paciente se refiere a sí mismo como “nosotros”, “el” o “ella”. Cada personalidad debuta en tiempos diferentes y generalmente el cambio en los patrones personológicos se asocian a pérdida de la memoria en los que el paciente no recuerda haber vivido implementando la personalidad ajena a la original. Este trastorno no se relaciona de ninguna manera con la esquizofrenia aunque en ocasiones sus síntomas se parezcan. Los pacientes suelen experimentar síntomas similares a los de la ansiedad, trastornos afectivos, también presentan fobias, ataques de pánico, alteraciones del apetito y estrés postraumático. Suelen presentar alto riesgo a suicidarse y en ocasiones el cambio de personalidad hace que abusen del alcohol o drogas.

Hay varios signos característicos del TID
·         Síntomas diferentes que ocurren en distintos momentos.
·         Una capacidad fluctuante para asumir sus funciones, desde la eficacia en el trabajo y en la casa hasta la inhabilidad.
·         Intensos dolores de cabeza y otros síntomas físicos.
·         Distorsiones y errores en el tiempo y amnesia.
·         Despersonalización y desrealización (sentimiento de estar separado de uno mismo y experimentar su medio como irreal).
·         Constantes crisis de pánico.
Existen una serie de criterios establecidos por el DSM – IV necesarios para el diagnóstico:
A. Presencia de dos o más identidades o estados de personalidad (cada una con un patrón propio y relativamente persistente de percepción, interacción y concepción del entorno de sí mismo)
B. Al menos dos de estas identidades o estados de personalidad controlan de forma recurrente el comportamiento del individuo.
C. Incapacidad para recordar información personal importante, que es demasiado amplia para ser explicada por el olvido ordinario.
D. El trastorno no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej. comportamiento automático o caótico por intoxicación alcohólica) o a una enfermedad médica (p. ej., crisis parciales complejas)
En cuanto al tratamiento se han propuesto 3 fases de acuerdo con datos de la Journal of Trauma and Dissociation  :
·         Fase 1: Establecer seguridad, estabilidad y una reducción de síntomas
·         Fase 2: Confrontación, superación e integración de recuerdos traumáticos
·         Fase 3: Integración y rehabilitación de la persona
El trastorno de identidad disociativo requiere psicoterapia, con frecuencia facilitada por la hipnosis, por lo que se hace necesario hacer un manejo multidisciplinario de esta patología.

jueves, 26 de marzo de 2015


Trastorno Bipolar, las dos caras de la moneda


A diario  nos enfrentamos a las múltiples circunstancias que la vida conlleva, y es bien entendido por todos que con esto se despierta en nosotros una serie de emociones, desde la alegría más fuerte hasta la tristeza más profunda. Las emociones son parte esencial de la vida diaria.
Normalmente en el proceso de reacción ante un estímulo y generación de la emoción determinada, están implicados múltiples neurotransmisores como la dopamina, responsable de las emociones asociadas a la sensación de gratificación  como alegría, satisfacción y tranquilidad o la serotonina que tiene un papel regulador sobre emociones como la ansiedad, el miedo, la angustia y la agresividad  y que cuando se encuentra en niveles altos es la responsable de la sensación de bienestar y satisfacción. La emoción es el resultado de un proceso evolutivo que data de millones de años atrás, el cual es producido por el sistema límbico y la liberación de neurotransmisores  que tienen como función facilitar nuestra adaptación al medio y facilitar la comunicación interpersonal.
Ahora, ¿qué sucede en el trastorno bipolar y por qué ocurre? Anteriormente denominado trastorno maniaco – depresivo, esta patología supone una alteración en los mecanismos bioquímicos y eléctricos que regulan la actividad cerebral la cual conlleva a un desbalance fluctuante en las emociones que presenta el paciente. El cuadro clínico se caracteriza por incluir episodios de manía en los cuales los pacientes se sienten capaces de realizar cualquier cosa, son invencibles en ese instante, se embarcan en múltiples proyectos, gastan dinero en exceso y se molestan fácilmente cuando se les lleva la contraria, presentan aumento de la autoestima, lenguaje verborreico, fuga de ideas, disminución en la necesidad de dormir y agitación psicomotora. Estos episodios van a ocurrir de forma alterna a periodos de abulia, anhedonia, falta de concentración, intensa apatía y alteraciones en el sueño y  apetito que son característicos de la fase depresiva. En algunas ocasiones se puede presentar una mezcla de síntomas en un mismo episodio, lo que se ha denominado fase mixta. Si bien la causa exacta de la enfermedad no se conoce, se sabe que en la génesis de la patología influyen dos factores importantes, la genética y el entorno. Se ha demostrado que la predisposición hereditaria aumenta notablemente la posibilidad de padecer la enfermedad, pero en muchos casos se pueden presentar mutaciones espontaneas que explicarían la aparición del trastorno en personas sin antecedentes familiares. Los factores ambientales actúan principalmente como precipitantes.
Pese a incluir una fase depresiva y una maniaca, el trastorno bipolar (TB) se puede clasificar en 4 grupos: el trastorno bipolar tipo I, tipo II, trastorno ciclotímico y no especificado.  Se habla de trastorno bipolar tipo I cuando el paciente presenta uno o más episodios maniacos o mixtos con o sin episodios depresivos relacionados. En cuanto al TB tipo II, este es diagnosticado cuando el paciente presenta múltiples episodios de depresión mayor con al menos un episodio hipomaniaco (periodo delimitado durante el cual hay un estado de ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo o irritable, con síntomas maniacos como aumento de las actividades intencionadas y sensación de invencibilidad, que dura al menos 4 días).
El trastorno ciclotímico consiste en múltiples episodios de hipomanía que se intercalan con episodios depresivos que no cumplen con los criterios de episodios de depresión mayor. El diagnóstico de trastorno no especificado se utiliza para todos los trastornos que evidentemente cumplen las características de TB pero no cumplen los criterios de los subgrupos anteriormente mencionados. El trastorno bipolar es uno de los trastornos mentales más comunes, severos y persistentes, estudios revelan una prevalencia mayor al 1% con un inicio de presentación en la adolescencia o adultez temprana. Según el DSM- IV la prevalencia del trastorno bipolar tipo I se encuentra entre 0.4 y 1,6 % de la población general, distribuyéndose igual en personas de ambos sexos y diferentes grupos étnicos. En contraposición, el trastorno bipolar tipo II tiene una prevalencia según el DSM- IV de 0,5% de la población, pero este es más frecuente en mujeres.
Actualmente y gracias a los fármacos existentes, mantener controlada la enfermedad se ha vuelto el común denominador de los pacientes que la padecen, encontrando en el mercado múltiples estabilizadores del ánimo como carbonato de litio, valproato y lamotigrina; y antipsicóticos como haloperidol, quetapina y risperidona. 

domingo, 22 de marzo de 2015

Esquizofrenia, la puerta a otra realidad.


¿Seré el único participante de una realidad diferente? ¿Qué tan real es lo que percibo? Pocos hemos tenido razones para hacernos estas preguntas, vivimos el día a día estando seguros que todos los estímulos provenientes del mundo externo son iguales para todos, pensando que somos presos de una realidad invariable ante los sentidos de todos los que en ella participan, pero pocas veces nos damos cuenta de que la realidad es subjetiva. Normalmente cuando por nuestra mente pasa un pensamiento, escuchamos una voz que nos lo narra, algunas veces nuestra propia voz y otras veces alguna otra, pero si esto es tan común, ¿Qué hace que un esquizofrénico sea un esquizofrénico? Lo que limita la delgada línea entre locura y la cordura es la percepción de esta voz como un producto de nuestra propia mente, la cual es incapaz de producirse de manera independiente a nuestros deseos. Pero qué pasa cuando estas voces te empiezan a decir que asesines a alguien, que las personas de tu alrededor no te quieren o que te quieren hacer daño, que debes suicidarte para quedar en libertad del tormento que su propia mente orquesta. Existen varias formas clínicas de esquizofrenia; la de tipo catatónico, la paranoide, la hebefrénica, la residual y la indiferenciada.

La esquizofrenia de tipo catatónico se caracteriza por una marcada alteración psicomotora que puede manifestarse como mutismo, inmovilidad y alteraciones en el patrón de movimiento voluntario. Los enfermos suelen realizar movimientos sin un propósito aparente que no están influidos por estímulos externos, también pueden aparecer posturas rígidas e inapropiadas y junto con esto el paciente puede adoptar muecas, risas y facciones que poco a le van impidiendo al relacionarse con su mundo exterior. La esquizofrénica hebefrénica o desorganizada cursa con alteraciones comportamentales,  lenguaje alterado y emociones que no concuerdan con la situación que está viviendo el paciente, reaccionan de forma exagerada ante una noticia o circunstancia, pueden haber alucinaciones, pero a diferencia de la esquizofrenia paranoide, estas no se encuentran ordenadas en torno a un tema coherente, predominan síntomas negativos como apatía, anhedonia y pobreza de lenguaje. En cuanto la esquizofrenia residual puede aparecer en personas que han sufrido al menos un episodio de esquizofrenia en el pasado pero que actualmente no cursan con síntomas psicóticos relevantes, se caracteriza por deterioro a nivel cognitivo y alteración en las capacidades de autocuidado e interacción con las demás personas en la vida cotidiana.
En la esquizofrenia indiferenciada o mixta no predomina ningún síntoma concreto, como su nombre lo indica puede cursar con delirios y alucinaciones o con alteraciones comportamentales que generalmente no pueden ser encasillados en los tipos de esquizofrenia previamente mencionados.

Por último quise dejar a la esquizofrenia paranoide no porque sea la menos común o la menos relevante, muy por el contrario es la más frecuente y la que más despierta mi curiosidad. Estos pacientes tienen que lidiar con la idea de que en su mente hay una voz que les dice que todo está en su contra o que el mundo entero quiere hacerles daño. Usualmente escuchan voces que les dicen que hacer, presentan alucinaciones y delirios por lo que suelen perder la capacidad de discernir la realidad del delirio.






10:30 am: La voz en mi cabeza llamada Nero comienza a llamarme, como respuesta a las niñas que caminan lentamente en un grupo delante de mí en la acera, me dice que debería destripar una, ahogar a la segunda con los intestinos, y romperle el cuello a la tercera, mientras llora por ver a sus amigas morir. Hago hasta lo imposible por ignorarlo, pero la voz se hace más fuerte y más exigente, incluso después de que ya han pasado las chicas” 

Este es un ejemplo de la clase de situaciones que vive un esquizofrénico a diario. Sin un tratamiento farmacológico adecuado, estos pacientes se ven condenados a vivir solos en un mundo amenazante, aún más agreste por la realidad de su trastorno.